Tomasa


El pueblo, todos los niños deberían tener uno.
Un lugar donde volver en cualquier momento
de la vida, rememorar vivencias, sensaciones,
olores, sabores, caricias, palabras, ternura, besos,
de tus abuelos, en especial de la abuela Tomasa.

Allí en Peñaranda de Bracamonte la felicidad
llenaba cada momento del día, en la casa de dos
plantas, con un corral repleto de geranios y alegrías,
gallinas que daban los buenos días.

El sobrado fresquito, amplio,donde orear las verduras 
recogidas del huerto,tomates, lechugas, ajos, repollos, 
conservar los huevos,la romana preparada para
pesar cualquier hortaliza,calibrada, mesurada
por las manos expertas de mi abuelo Pedro.

Recuerdos guardados en un baúl de madera maciza,
marrón oscura que estaba lleno de cromos de futbol,
ropa deportiva, comics, retazos de juventud de mi
tío Jesús.

La habitación del primer piso al cual se llegaba por
unas escalera de madera que al pisarla crujía
llamativamente y conducía a una hermosa cama, alta,
con colchón de lana mullida donde hundirte en su
abrazo sedoso, confortable,anticipo de descanso y paz.

La alacena, aquel cuarto mantenido en sombras para
conservar grandes placeres, perronillas, huesillos,,
elaborados de forma casera y con todo el amor, que
esperaban su momento para llenar tu boca de sabores,
sabor de hogar.

Los veranos de una vida, repleta de cariño, dedicación
He viajado a mi infancia, ella está conmigo.
Gracias "mi reina".

Manuela García 20/5/17

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